y cómo in situ acá ha de ser
algún andrajo en vos
como muriendo
viernes, 28 de marzo de 2008
TU VOZ
numismática ( letal )
yo pago el precio de velar
la dracma perdida de tu voz
- aquel retinte -
yo pago el precio de velar
la dracma perdida de tu voz
- aquel retinte -
ES TARDE
es tarde para atar
los viejos cabos las diatribas
los códigos ajados de la voz
mis pobres cónclaves de olvido
las plegarias
los viejos cabos las diatribas
los códigos ajados de la voz
mis pobres cónclaves de olvido
las plegarias
CARNE DE TEMBLORES
es vela de retinte
polución en rito sacro
alguna quemazón de
hipocondría
el reservorio seco de la
voz
o quieta punición del ergo
tanto sum expecto
en carne de temblores
mía?
polución en rito sacro
alguna quemazón de
hipocondría
el reservorio seco de la
voz
o quieta punición del ergo
tanto sum expecto
en carne de temblores
mía?
NADA QUE DECIR
No hay caso. Nada que decir.O tanto. Y lo que abunda, siempre, ese vacío sin nombre ni peso que explota en polución secreta, absurda. Nada que contar. Qué chiste. Por qué esta voz, entonces, por qué esta mueca de orgiástico hastío, de cansancio acá, junto a los viejos muertos. Los que no se nombran. Nunca.
jueves, 27 de marzo de 2008
GABRIELA ABEAL - Mar del Plata -
ELLA TOMA LA PALABRA
Hoy la palabra
se vistió soberbia,
cogió su yo superior
y unos tacos aguja
que estaban cubiertos de tierra
en un rincón del ropero.
Luego salió a la calle y exclamó,
lo quiero todo,
por qué voy a hacerme la humilde
y decir que con poco me conformo.
Quiero los puntos suspensivos,
las comas, los acentos,
los signos de admiración,
menos los de pregunta.
No sé si les queda claro,
quiero todo
hasta el aire que respiran,
porque aunque ustedes lo ignoren
han sobrevivido hasta hoy
porque les he dejado habitar
los pliegos de mi territorio.
Hoy la palabra
se vistió soberbia,
cogió su yo superior
y unos tacos aguja
que estaban cubiertos de tierra
en un rincón del ropero.
Luego salió a la calle y exclamó,
lo quiero todo,
por qué voy a hacerme la humilde
y decir que con poco me conformo.
Quiero los puntos suspensivos,
las comas, los acentos,
los signos de admiración,
menos los de pregunta.
No sé si les queda claro,
quiero todo
hasta el aire que respiran,
porque aunque ustedes lo ignoren
han sobrevivido hasta hoy
porque les he dejado habitar
los pliegos de mi territorio.
viernes, 21 de marzo de 2008
AHORA LA PALABRA
a qué morir ahora la palabra saca un lápiz rojo
del silencio escarba un poco
lo que sueño - mancha -
del silencio escarba un poco
lo que sueño - mancha -
PASIÓN
en pasión velada - mansa - tenso
la palabra: es unción temida
escarnio santo o cierto concebir
el borde del poema el cuerpo
en llaga
la palabra: es unción temida
escarnio santo o cierto concebir
el borde del poema el cuerpo
en llaga
lunes, 17 de marzo de 2008
GIUSEPPE UNGARETTI
SENTIMIENTOS DEL TIEMPO
Y por la justa luz,
cayendo sólo una sombra violeta
sobre la cumbre menos alta,
la lejanía abierta a la mesura,
cada latido mío, como el corazón suele,
pero ahora lo escucho,
te apremia, tiempo, a ponerme en los labios
tus labios últimos.
LA MUERTE MEDITADA
Canto Primero
Oh hermana de la sombra,
nocturna cuanto más fuerte es la luz,
me sigues, muerte.
En un puro jardín
el ansia ingenua te dio a luz
y la paz fue perdida,
oh pensativa muerte,
sobre tu boca.
Desde ese instante
en el fluir de la mente te escucho
profundizando lejanías,
émula adolorida de lo eterno.
Madre venenosa de las edades
en el terror de los latidos
y de la soledad,
belleza castigada y riente,
en el adormecerse de la carne
soñadora fugaz,
atleta insomne
de la grandeza nuestra,
cuando me hayas domado, dime:
en la melancolía de los vivos
¿ volará mucho tiempo mi sombra ?
Canto segundo
Socava las íntimas vidas
de nuestra máscara infeliz
(clausura de infinito)
con blandura fanática
la oscura vigilia de los padres.
Muerte, muda palabra,
arena que la sangre deposita
como un lecho,
te oigo cantar igual que una cigarra
en los reflejos de rosa enlutada.
. . .
De "Sentimiento del tiempo" "La tierra prometida" - Círculo de Lectores, Barcelona, 1998.
Y por la justa luz,
cayendo sólo una sombra violeta
sobre la cumbre menos alta,
la lejanía abierta a la mesura,
cada latido mío, como el corazón suele,
pero ahora lo escucho,
te apremia, tiempo, a ponerme en los labios
tus labios últimos.
LA MUERTE MEDITADA
Canto Primero
Oh hermana de la sombra,
nocturna cuanto más fuerte es la luz,
me sigues, muerte.
En un puro jardín
el ansia ingenua te dio a luz
y la paz fue perdida,
oh pensativa muerte,
sobre tu boca.
Desde ese instante
en el fluir de la mente te escucho
profundizando lejanías,
émula adolorida de lo eterno.
Madre venenosa de las edades
en el terror de los latidos
y de la soledad,
belleza castigada y riente,
en el adormecerse de la carne
soñadora fugaz,
atleta insomne
de la grandeza nuestra,
cuando me hayas domado, dime:
en la melancolía de los vivos
¿ volará mucho tiempo mi sombra ?
Canto segundo
Socava las íntimas vidas
de nuestra máscara infeliz
(clausura de infinito)
con blandura fanática
la oscura vigilia de los padres.
Muerte, muda palabra,
arena que la sangre deposita
como un lecho,
te oigo cantar igual que una cigarra
en los reflejos de rosa enlutada.
. . .
De "Sentimiento del tiempo" "La tierra prometida" - Círculo de Lectores, Barcelona, 1998.
EDGARD BAYLEY
ES INFINITA ESTA RIQUEZA ABANDONADA
Esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas
remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
De "Antología Personal" - Centro Editor de América Latina - Buenos Aires, 1983.
Esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas
remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
De "Antología Personal" - Centro Editor de América Latina - Buenos Aires, 1983.
domingo, 16 de marzo de 2008
CÉSAR VALLEJO
XXVIII
He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.
Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habrase quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.
A la mesa de un buen amigo he almorzado
con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estanse en su casa. Así, qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.
El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el bocado que no brinda la
MADRE
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.
Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba
la cocina a oscuras, la miseria de amor.
De "Trilce", Editorial Losada, 1993.
He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.
Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habrase quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.
A la mesa de un buen amigo he almorzado
con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estanse en su casa. Así, qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.
El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el bocado que no brinda la
MADRE
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.
Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba
la cocina a oscuras, la miseria de amor.
De "Trilce", Editorial Losada, 1993.
NIKIFOROS VRETAKOS
CARTA
No tengo una hoja de los viejos árboles verdes.
En este papel te escribo mi tristeza
tan leve que la lleva el viento,
tan buena y tierna que el sol no se sorprende,
noble como el silencio que camina de noche
en la hierba. Simple y pura como el agua que corre
sin que nadie adivine que nació de la tormenta de ayer.
Muchos han muerto. Muchos seguimos viviendo.
Todos estamos
heridos. El mundo pesa de tanto dolor.
Con el silencio del mar recibirás mi tristeza.
Te envío este eterno "no me olvides", es una
luz plegada en una pequeña nube.
Te envío este corderito, pues está cerca de Dios,
para que lo lleves a su verde jardín.
Te envío este niño con el pie quebrado.
Álzalo hasta la ventana con el Lucero,
cerca del mundo, cerca del sueño.
Cerca de tu bondad cálida como el aliento de una
madre.
Cerca de la chimenea donde apoyas la mano en la
frente
y sueñas con la felicidad del hambriendo, del soldado,
del enfermo.
Colócalo cerca de la verde bandera. Cerca del rojo
caballo. Junto a tu madre que rodeada
por los gorriones de enero teje la esperanza.
Colócalo cerca del suspiro de la amistad. Cerca, muy
cerca.
Siéntalo y abre como una sonrisa la ventana
para que vea el mundo.
Nada más, querido Themo.
Como siempre
peregrinando por la tierra del sol, te saludo
con el ala de mi pena.
TRANSMUTACIÓN
Me vuelvo poesía, huyo del mundo,
me reparto
voy
hacia afligidos hermanos. A quedarme en casas
donde no entra el sol.
ÉXODO
Todo termina alguna vez: turbios
ríos y noches. Basta que puedas
salvar al fin tu alma, como
la madre salva al hijo
atravesando
un
mar o un incendio.
De "Seis poetas griegos" - Editorial Colihue -, Buenos Aires, 2000.
Traducción: Horacio Castillo.
No tengo una hoja de los viejos árboles verdes.
En este papel te escribo mi tristeza
tan leve que la lleva el viento,
tan buena y tierna que el sol no se sorprende,
noble como el silencio que camina de noche
en la hierba. Simple y pura como el agua que corre
sin que nadie adivine que nació de la tormenta de ayer.
Muchos han muerto. Muchos seguimos viviendo.
Todos estamos
heridos. El mundo pesa de tanto dolor.
Con el silencio del mar recibirás mi tristeza.
Te envío este eterno "no me olvides", es una
luz plegada en una pequeña nube.
Te envío este corderito, pues está cerca de Dios,
para que lo lleves a su verde jardín.
Te envío este niño con el pie quebrado.
Álzalo hasta la ventana con el Lucero,
cerca del mundo, cerca del sueño.
Cerca de tu bondad cálida como el aliento de una
madre.
Cerca de la chimenea donde apoyas la mano en la
frente
y sueñas con la felicidad del hambriendo, del soldado,
del enfermo.
Colócalo cerca de la verde bandera. Cerca del rojo
caballo. Junto a tu madre que rodeada
por los gorriones de enero teje la esperanza.
Colócalo cerca del suspiro de la amistad. Cerca, muy
cerca.
Siéntalo y abre como una sonrisa la ventana
para que vea el mundo.
Nada más, querido Themo.
Como siempre
peregrinando por la tierra del sol, te saludo
con el ala de mi pena.
TRANSMUTACIÓN
Me vuelvo poesía, huyo del mundo,
me reparto
voy
hacia afligidos hermanos. A quedarme en casas
donde no entra el sol.
ÉXODO
Todo termina alguna vez: turbios
ríos y noches. Basta que puedas
salvar al fin tu alma, como
la madre salva al hijo
atravesando
un
mar o un incendio.
De "Seis poetas griegos" - Editorial Colihue -, Buenos Aires, 2000.
Traducción: Horacio Castillo.
sábado, 15 de marzo de 2008
El poema
El poema es a la escritura lo que la mirada a la contemplación.
Instrumento fragmentario de construcción ilusoria, el edificio
verbal tensa la palabra hasta el límite de lo posible, y más allá
aún. No es posible silenciar ese grito carnal que rebasa las for-
mas para hacerse cuerpo agónico, dividido en su compacta
unidad, disuelto en la corporeidad lineal del discurso. Porque
el poema se desliga de éste para ofrecerse como la controversial
negación de lo concreto, fuerza expulsiva que narra para silen-
ciar, que oculta para decir. Y es su aparente "impostura" la que
preserva, quizás su esencia, porque lo separa de toda filiación lógica
u objetiva para restituirle esa integridad expresiva que lo convierte
en cuerpo sensible, autónomo, vitalmente ligado a lo humano.
Instrumento fragmentario de construcción ilusoria, el edificio
verbal tensa la palabra hasta el límite de lo posible, y más allá
aún. No es posible silenciar ese grito carnal que rebasa las for-
mas para hacerse cuerpo agónico, dividido en su compacta
unidad, disuelto en la corporeidad lineal del discurso. Porque
el poema se desliga de éste para ofrecerse como la controversial
negación de lo concreto, fuerza expulsiva que narra para silen-
ciar, que oculta para decir. Y es su aparente "impostura" la que
preserva, quizás su esencia, porque lo separa de toda filiación lógica
u objetiva para restituirle esa integridad expresiva que lo convierte
en cuerpo sensible, autónomo, vitalmente ligado a lo humano.
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