sábado, 15 de marzo de 2008

El poema

El poema es a la escritura lo que la mirada a la contemplación.
Instrumento fragmentario de construcción ilusoria, el edificio
verbal tensa la palabra hasta el límite de lo posible, y más allá
aún. No es posible silenciar ese grito carnal que rebasa las for-
mas para hacerse cuerpo agónico, dividido en su compacta
unidad, disuelto en la corporeidad lineal del discurso. Porque
el poema se desliga de éste para ofrecerse como la controversial
negación de lo concreto, fuerza expulsiva que narra para silen-
ciar, que oculta para decir. Y es su aparente "impostura" la que
preserva, quizás su esencia, porque lo separa de toda filiación lógica
u objetiva para restituirle esa integridad expresiva que lo convierte
en cuerpo sensible, autónomo, vitalmente ligado a lo humano.

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