viernes, 2 de mayo de 2008

SALVATORE QUASIMODO

YA VUELA LA FLOR SECA

No sabré nada de mi vida,
oscura monótona sangre.

No sabré a quién amaba, a quién amo,
ahora que aquí restringido, reducido a mis miembros,
en el corrompido viento de marzo
enumero los males de los días descifrados.

Ya vuela la flor seca
de las ramas. Y espero
la paciencia de su vuelo irrevocable.




NO HE PERDIDO NADA

Todavía estoy aquí, el sol gira
a mis espaldas como un halcón y la tierra
repite mi voz en la tuya.
Y recomienza el tiempo visible
en el ojo que redescubre la luz.
No he perdido nada.
Perder es ir al otro lado
de un diagrama del cielo
por movimientos de sueños, un río
lleno de hojas.




Y TU VESTIDURA ES BLANCA

Tienes la cabeza inclinada y me miras,
y tu vestidura es blanca,
y un seno asoma por el encaje
suelto sobre el hombro izquierdo.
Me rebasa la luz; tiembla
y toca tus brazos desnudos.
Vuelvo a verte. Palabras
cerradas y rápidas decías,
que ponían corazón
en el peso de una vida
que sabía de circo.
Profundo el camino
sobre el que descendía el viento
ciertas noches de marzo
y nos despertaba desconocidos
como la primera vez.

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